Este es un tema que surge a menudo en las consultas con pacientes en especial durante los programas de seguimiento a largo plazo que llevamos a cabo en Servicios Médicos Santa Cruz, en los que durante dos años seguimos y controlamos la evolución del paciente en relación al tratamiento de sobrepeso/obesidad.
Por un lado hay para quienes la báscula se convierte en un enemigo y les puede hacer más mal que bien puesto que les desmotiva y "despista" en su camino hacia la pérdida de peso.
Pero por otro lado la obesidad es una enfermedad y del mismo modo que ocurre con otras enfermedades que necesitan de un control y pruebas determinadas con cierta regularidad (presión arterial, análisis sanguíneos, ecografias, radiografías, etc...).
El control que requiere el tratamiento de la obesidad pasa necesariamente por pesarse.
Por ello, hay que encontrar el punto intermedio y ser objetivos y realistas con lo que vemos en la báscula sin por ello animarnos o desmotivarnos cuando perdamos o cojamos peso puesto que el tratamiento de la obesidad hay que plantearlo como un recorrido de larga distancia y a veces hasta que se logra interiorizar y hacer un cambio de hábitos alimenticios que permita mantener de forma estable y controlada la pérdida de peso, el camino no siempre es lineal y recto, por eso no hay que obsesionarse con la bascula pero tampoco podemos dejarla de lado, simplemente tenemos que aprender a hacernos amigo de ella e informar a nuestro médico de lo que en ella vemos para que nos ayude a tratar la enfermedad.
