Esta semana conocíamos la desafortunada noticia de que el cáncer de páncreas es el único que no ha reducido su tasa de mortalidad en los últimos años.(ver noticia).
A pesar de no ser uno de los principales tipos de cáncer (se encuentra en el décimo lugar en España por número de casos) su mortalidad es muy alta, prácticamente de un 99% ya que se trata de un tipo de tumor cuyo diagnóstico suele darse cuando ya es demasiado tarde. Se estima que en España se detectan al año unos 5.000 nuevos casos de los cuales, 4.900 terminan en muerte.(1).
El páncreas es un órgano situado detrás del estomago cuya función principal es la de producir enzimas que ayudan a la digestión de grasas, carbohidratos y proteínas.
Una de las causas más frecuentes para el desarrollo de esta enfermedad es el exceso de peso. Diferentes estudios demuestran la relación entre obesidad y cáncer de páncreas. Hay estudios que apuntan que las posibilidades de desarrollar cáncer de páncreas aumentan hasta un 45% en el caso de personas con obesidad, siendo la obesidad abdominal uno de los factores que más relacionado está con la aparición de cáncer de páncreas (2).
Una alimentación rica en grasas y una vida sedentaria son dos de los principales factores de riesgo que predisponen a desarrollar esta enfermedad.
Cuando tenemos sobrepeso nuestro páncreas es sometido a una presión extraordinaria ya que podríamos decir que trabaja más y peor. Esto hace que su deterioro ocurra de forma más rápida de lo habitual.
El proceso de envejecimiento hace que todos (con sobrepeso o no) suframos el paso del tiempo en nuestros órganos y el páncreas no se escapa de ello. El páncreas se vuelve un órgano más delicado a medida que envejecemos tengamos sobrepeso o no, lo que ocurre es que con el exceso de peso, ese deterioro se acelera y agrava.
De ahí que para prevenir el cáncer de páncreas no baste con perder peso (que también) sino con tener unos buenos hábitos alimenticios.
Estos hábitos se consiguen a base de cambiar nuestra actitud, y preferencias con respecto a lo que ingerimos. Se trata pues de un proceso que va en paralelo a la pérdida de peso y para el que es necesario contar con el apoyo de profesionales en nutrición pero también en otras áreas como puede ser la psicología que ayuden y formen parte de este proceso de cambio de hábitos alimenticios.
Una vez más opciones como la banda gástrica o el balón intragástrico se convierten no sólo en tratamientos para la pérdida de peso sino también en herramientas que nos ayudan a cambiar nuestros hábitos alimenticios, a que comamos mejor y a que evitemos - junto con la aparición de kilos de más - enfermedades relacionadas con unos malos hábitos alimenticios como puede ser el cáncer de páncreas.